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Enero 15, 2011
ENERO 2011, No. 262

Mis sexenios (34)

José Guadalupe Robledo Guerrero.

A la mitad del “gobierno” mendocista

Por estos días, noviembre de 1989, Mendoza Berrueto rendía su Segundo Informe de gobierno enmedio de insistentes rumores de que pronto dejaría la gubernatura de Coahuila, pues para esa fecha el Presidente Salinas ya había destituido a varios gobernadores a la usanza del gobierno presidencialista de México. La situación de EMB se prestaba para la especulación, pues no era amigo de Salinas, la había jugado en contra apoyando a Alfredo del Mazo, su gobierno estaba sumido en la corrupción, la desidia y la incapacidad, y el propio Eliseo era un inútil gobernante que nada había hecho en 24 meses. Pero además, en los altos niveles del gobierno federal Mendoza Berrueto era objeto de chunga. “El jotito de tu gobernador”, me diría alguna vez uno de ellos, para referirse a Eliseo. ¿Le sabrían algo?

Fue por esos meses cuando tuve mi primer encuentro amistoso con Jorge Masso Masso. Una comida a la cual me invitó alguien que no recuerdo fue el inicio de una amistad que duró hasta dos años antes de morir. Masso había emigrado del medio oriente, pero nunca le pregunté cuál era su nacionalidad de origen, incluso el Diccionario Biográfico de Coahuila recopilado por Arturo Berrueto omite este dato, pero en una ocasión me dijo sin preguntarle: “Soy palestino, ¿sabes quiénes son los palestinos?, los campesinos?”. Pero también me comentó que nunca había regresado a su país, a pesar de que su padre le había dejado tierras de herencia.

Según sus confidencias, Masso había llegado a México por Tampico rumbo a Monterrey, pero por alguna razón que desconozco continuo hasta Saltillo, en donde con un modestísimo tendido de ropa en la banqueta de la calle de ¿Acuña? había iniciado el rol de comerciante que nunca abandonó. Su suerte cambió diametralmente cuando conoció a Dora Madero, hija del General Raúl Madero González que “gobernó” Coahuila de 1957 a 1963.

Siempre se acusó que Dora Madero fue la verdadera gobernadora de Coahuila, incluso algunos estudiantes de aquella época como Jaime Salas Córdova lo denunciaron ante el Presidente de la República en una de sus visitas a la entidad, cuando lo abordaron con una manta que decía: “En Coahuila, gobierna Dora”, y por lo que contaban los que había vivido ese gobierno, la señora Madero no tenía una imagen edificante o digna de ponerla como ejemplo.

Según Masso había conocido a Dora Madero casualmente cuando andaba preguntando quién le podía poner unas cortinas en su casa. Jorge Masso solícito y solidario se ofreció a ayudar a la señora, y desde entonces nació una desinteresada amistad entre ambos personajes.

Según el Diccionario Bibliográfico de Coahuila, en 1964 Masso se inició como funcionario público como Director General de Tránsito, posteriormente fue Director de Turismo, coadyuvó en la construcción de la Ciudad Deportiva “Francisco I. Madero”, promovió e inició las obras de la presa “La Amistad”, fue diputado federal, Senador suplente y asesor del gobernador Rogelio Montemayor Seguy.

Masso se refería con afecto al gobierno de Madero, mientras que Flores Tapia, por alguna razón, no lo quería. En cierta ocasión que platicamos sobre Raúl Madero, para equilibrar la charla le dije: Pero Madero fue un revolucionario que ganó la batalla de... Sin dejarme terminar me dijo: “la ganó porque se le desbocó el caballo, y la tropa pensó que su jefe se ponía al frente del ataque, fueron tras él, y ganaron la batalla”.

En ese recorrido por la función pública, Masso se relacionó con otros personajes saltillenses, uno de ellos Armando “El Gordo” Castilla Sánchez, de quien Masso Masso le gustaba platicar sus “ocurrencias”. En cierta ocasión Masso me comentaría delante de Armando Castilla una de sus legendarias anécdotas: Resulta que al “Gordo” Castilla en su juventud se le ocurrió hacer una tertulia en los terrenos de un negocio de Masso. Para tal fin se apalabró con las señoras que aceptaron vender gorditas, tacos, aguas frescas y todos tipo de antojitos mexicanos, y para que todo fuera ordenado habilitó una caja para que los asistentes pasaran a pagar su consumo.

Castilla también había conseguido en préstamo algunas calesas para pasear a los clientes. Pero una vez que terminó el evento, “El Gordo” Castilla desapareció con todo lo que había cobrado, y Masso tuvo que enfrentar a los que reclamaban su dinero de las ventas y los que exigían la devolución de los carruajes prestados. Días después Masso encontraría al ocurrente muchacho disfrutando de la vida en un hotel de lujo de la ciudad de México, tomando champaña y acompañado por hermosas mujeres como un jeque de Arabia. Las risas de ambos afloraban cuando recordaban esos “inocentes” robos.

Masso platicaba estas anécdotas para mostrar a Armando Castilla tal como era: cínico y defraudador, pero todavía -en días pasados- sus hermanos Mario y Jesús Castilla, insistían que las malas mañas de Armando las aprendió de Jorge Masso. “Jorge Masso es quien echó a perder al ‘Gordo’”, señalan sin ninguna duda. En varias ocasiones, Masso le había dado albergue en su casa al joven “Gordo” Castilla, por eso lo conocía bien. Ya de adulto, Masso le prestaba dinero para que resolviera los problemas económicos del periódico Vanguardia y se asociaba con él para hacer negocios. Entre ellos había una relación sadomasoquista, plagada de conflictos, pero enmarcada en los afectos. Juntos hacían redituables negocios, la compra y el coyotaje de terrenos era su fuerte. Masso incluso decía: “Hay que invertir en tierra, nunca se devalora, al contrario siempre sube de precio y da ganancias generosas”.

Masso se asoció con el grupo que respaldaba a Armando Castilla y a su periódico Vanguardia: los López del Bosque, los Gutiérrez, Villegas Rico y todos los derechistas y simuladores aldeanos, entre ellos los modernos panistas coahuilenses, de quienes Vanguardia sigue siendo su principal difusor. Por eso Masso siempre estuvo del lado contrario de los justos movimiento de reclamo social y reivindicación. Fue enemigo del florestapismo, de la huelga obrera de Cinsa-Cifunsa y del movimiento pro dignificación de la UAC.

Bajo esas premisas me reuní con Jorge Masso, ya era otra jugada. Desde el principio nos hablamos claro y marcamos un respeto mutuo, no hubo simulaciones en nuestra relación. Durante los años que duró nuestra amistad, algunas veces Masso intervino para tratar de hacerme “institucional” con el poder, pero nunca lo consiguió, tal vez por eso hubo eventos políticos organizados por él en los que no requirió mi presencia, para no convalidar mi actitud crítica hacia los poderosos.

Antes de terminar 1989 entrevisté a Gaspar Valdés Valdés, el sempiterno líder de los cetemistas en la entidad y uno de los asociados de Armando Castilla Sánchez y Jorge Masso Masso. Nada digno dijo Gaspar para reproducirlo aquí. Lo cierto es que Gaspar representaba a los obreros ante los patrones, pero siempre se amafió con los empresarios para perjudicar a sus representados. En la huelga obrera de Cinsa-Cifunsa, Gaspar y la CTM abandonarían a los trabajadores a su suerte, a pesar de que los huelguistas eran afiliados cetemistas.

Eliseo rindió su Segundo Informe de “gobierno”, sin haber gobernado. Su gobierno era un desmadre, lleno de corrupción e incapacidad. Rogelio Montemayor ya era un personaje político en la entidad, muchos decían que él sustituiría a Eliseo Mendoza cuando el Presidente Salinas lo quitara del gobierno de Coahuila. Otros más no dudaban que sería el próximo gobernador del estado, Masso Masso era uno de ellos, por eso buscó relacionarse con los que suponía que tenía una relación directa con los neoliberales salinistas. En ese entonces Montemayor Seguy era Diputado federal, y pronto se haría cargo de la coordinación en Coahuila de la Sedesol.

Otro de los diputados federales de aquel entonces era Enrique Martínez y Martínez, a quien entrevistamos al finalizar 1989, y enrolado en la nueva etapa nacional que vivía el país, nos dijo: “Solamente buscando la justicia social podrá avanzar el país”. “Habrá más libertad cuando haya más oportunidades para los mexicanos”. “En el sector agropecuario muchos amasaron fortunas insospechadas sin pagar impuestos”. “Ahora el que trabaje e invierta en el campo tendrá consideraciones especiales”. “El año pasado , el 71% de las empresas en México declaraban cero utilidades o pérdidas”. “Cuando se gastan energías, recursos y habilidades en agredir o defenderse, se descuidan las responsabilidades”. También a Martínez y Martínez se le veía como el posible sustituto de Eliseo Mendoza, y como la carta local para la gubernatura de Coahuila.

La corrupción en Coahuila era el tema más socorrido de los enterados. Mucho se dijo que en el gabinete mendocista todos los funcionarios estatales tenían un rol en el saqueo del estado, según esto: Eduardo Alzati era el encargado de recolectar dinero de los evasores fiscales de Coahuila, “moches” a cambio de exención de impuestos o deudas impositivas; Antonio Harb Karam se encargaba de otorgar los contratos de obra pública a cambio de un porcentaje; Gustavo Villarreal estaba dedicado a la adquisición de grandes terrenos que luego vendía a las maquiladoras con enormes ganancias; “El Tesorito de Eliseo” Jesús García López era el responsable de las inversiones bursátiles; Rafael Azpeitia era el encargado de la facturación en grande de gastos raros y abultados; Juan Jaime Marroquín se encargaba de los seguros y algunas otras comisiones; Gabriel Pereyra se dedicaba a pequeños negocios y a buscar aviadurías; José Fuentes García se ocupaba de traficar con la justicia; otros estaban dedicados a comprar huertos, ranchos y propiedades.

Debido a esta gran corrupción, visible para todo el mundo, por ese tiempo se despidió al Director de Ingresos de la Secretaría de Finanzas, Héctor Jaime, que fue despedido más para proteger a los directores intelectuales de la corrupción, que como sanción. Se decía que una de las últimas corruptelas de Héctor Jaime y sus jefes fue haber recibido mil millones de pesos de los cantineros, para que la Tesorería no auditara a sus negocios.

También por estas fechas se iniciaría el proceso que motivó la destitución del alcalde saltillense Eleazar Galindo Vara y su encarcelamiento. Estoy convencido que el motivo de esta vendetta se originó en el Segundo Informe de Eleazar Galindo que se efectuó en la Escuela Coahuila. Allí, durante todo el evento, las invitadas de las colonias populares le brindaron mayores porras al Alcalde y a Juan Francisco Guerrero, el director municipal más allegado a Eleazar, que al gobernador Mendoza Berrueto.

Yo conocía bien a Juan Francisco Guerrero, ambos habíamos sido compañeros de estudio en la UANE, y durante los cuatro años y medio que duró nuestra instrucción académica habíamos promovido a las sociedades de alumnos ganadoras, incluso Guerrero fue uno de los que dirigieron la sociedad estudiantil. Guerrero financiaba las campañas y yo organizaba las planillas. Al final de nuestra carrera yo recibiría el pago a mi participación, pues la sociedad de alumnos, dirigida por Juan Francisco, decidió -democráticamente- que yo diera el discurso de fin de cursos en nombre de las siete generaciones que terminaba sus estudios en distintas disciplinas.

Por esa relación amistosa, me atreví a decirle a Juan Francisco el error político cometido: en política nunca se debe aplaudir más a un Alcalde que a un gobernador. Y esto se había hecho en el Segundo Informe de Eleazar Galindo. Cuídate, le dije a Guerrero. Tiempo después Eleazar sería destituido y encarcelado, y Guerrero huiría prófugo de la justicia a cambio de un maletín con 15 millones de pesos que según él le había entregado a Armín Valdés, quien tenía la misión de detenerlo. Desde entonces, Juan Francisco Guerrero desaparecería para siempre. Días después de su fuga, se comunicaría conmigo desde la playa de Guayabitos. Ya no volví a saber de él.

Los primeros en comenzar las críticas contra el Alcalde Galindo Vara fueron los empresarios encabezados por los López del Bosque, quienes no asistieron al Segundo Informe del Alcalde. En ese informe, Eleazar les contestaría diciéndoles: “Quien más tiene, más debe aportar en beneficio de la ciudad que les ha dado todo”. El Alcalde se sintió protegido por Eliseo para contestarle a los poderosos empresarios, porque sabía que Mendoza Berrueto también tenía serias diferencias con los López y sus lacayos empresariales por el reconocimiento de la Universidad Autónoma de La Laguna que se hizo a costa de la unidad Torreón de la UANE, por el aumento a las tarifas de agua que utilizan las industrias, y por la intención gubernamental de elevar los impuestos prediales.

Pero Eleazar Galindo no contaba con que Eliseo lo pudiera sacrificar para limar asperezas con los poderosos López del Bosque, con los que él tenía grandes afinidades. Por eso, desde ese momento El Periódico... señaló que el Alcalde saltillense había comprado un pleito desventajoso en el último año de su gestión, y que se le vendría una avalancha en su contra de pronósticos reservados. Lo cierto es que la respuesta de Eleazar era parte de la avanzada que había enviado Eliseo para que le contestaran a los empresarios.

Para entonces ya habían defendido la razón que le asistía al gobierno estatal los líderes del PRI, los directores de programas estatales y el Presidente del Congreso. Galindo Vara era otro más de los enviados de Mendoza Berrueto para hacer entrar en razón a los empresarios coahuilenses. También los López del Bosque había hecho lo propio, utilizando a sus empleados de las Cámaras patronales para responder los señalamientos del gobierno, con el mismo esquema beligerante. La cuestión estaba al rojo vivo.

El motivo de las diferencias entre los empresarios y el Alcalde era el aumento del impuesto predial al cual se opusieron los potentados, quienes están acostumbrados a no pagar los prediales de sus múltiples propiedades. Los López del Bosque eran grandes terratenientes urbanos. Cinco familias de “notables” acaparaban más del 60 por ciento de los terrenos baldíos de Saltillo y de sus alrededores. Ellos son los responsables del encarecimiento de la tierra urbana, de la especulación, y de que los sectores pobres hayan construido sus viviendas en los cerros y en los arroyos. De todos modos, con anticipación los empresarios comenzaron a filtrar los nombres de sus favoritos para sustituir a Eleazar Galindo, uno de ellos era Jorge Torres Caso, en ese tiempo director de Turismo estatal y socio de Eleazar en la empresa comercializadora de materiales para la construcción: Aceros Toga.

Por ese tiempo, sin explicación se destituyó de la Dirección del DIF estatal a Francisco Aguirre Fuentes. El motivo de la destitución fue que Aguirre Fuentes desafió la poderosa influencia de “El Tesorito de Eliseo” Jesús García López en un asunto que nada tenía que ver con lo político o económico. El director del DIF quiso despedir a un inmoral y mañoso sujeto recomendado por el Tesorero, pero el despedido fue él. Alguna vez, Francisco Fuentes me diría lo mismo que me dijo Mario Arizpe sobre su renuncia al equipo universitario de Melchor de los Santos: “fue una cuestión de jotos”.

De todos estos asuntos del poder dio cuenta El Periódico..., por eso el enfrentamiento directo con el gobierno mendocista era cuestión de tiempo. A Eliseo le había hecho creer sus cortesanos que El Periódico... y por supuesto yo, estabamos “golpeándolo” por instrucciones de Rogelio Montemayor, que ya para esas fechas era una molestia para el gobierno de EMB. Sin embargo, yo no tenía ninguna relación formal con Rogelio. Sabía que venía de una familia panista de Sabinas, Coahuila, y que era un hombre preparado y cercano al Presidente Salinas.

Alguna vez había saludado a Montemayor, porque mi compañero de luchas universitarias, Pablo Reyes Dávalos, era su amigo y había sido su secretario particular en INEGI. Pablo era enemigo del tamaulipeco montemayorista Olaf Cantú, a quien consideraba intrigoso, traidor y falso. Un día me dijo: “cuídate de Olaf, es muy traicionero. Ya tendré la oportunidad de la revancha”. De todos modos el enfrentamiento de Eliseo Mendoza con El Periódico... tuvo la premisa de que nosotros, por órdenes de Montemayor, estabamos criticando su inútil y corrupto gobierno para menoscabarlo.

Estos días eran adecuados para que surgiera de nueva cuenta la actitud separatista de algunos grupos facciosos de La Laguna. Aprovechando el desmadre que Eliseo tenía en Coahuila, apareció un Comité de ciudadanos laguneros exigiéndole al Congreso local que reformara la constitución para crear el estado libre y soberano de La Laguna.

La única respuesta seria que encontramos a la actitud separatista de los grupos reaccionarios de Torreón la hizo Salvador Hernández Vélez, entonces Coordinador de la Unidad Torreón de la UAC, quien señaló: “Lo que necesita La Laguna es un nuevo modelo de desarrollo, no un nuevo Estado. El Plan Nueva Laguna, propuesto por el Presidente Salinas, tiene como principal objetivo encontrar un modelo económico que impulse el desarrollo de La Laguna a largo alcance, y tendrá que beneficiar sobre todo a los grandes sectores de la población”...

(Continuará)
A la mitad del “gobierno” de Eliseo...

 
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